lunes, 23 de marzo de 2020

El confinamiento en ancianos

[...] Es vital promover que las personas de edad avanzada, dentro de su confinamiento, lleven una vida activa, evitando el encamamiento o el permanecer prácticamente todo el día sentados. Estar en casa no implica permanecer en pijama. Es muy importante que sigan con sus rutinas diarias de aseo, vestido, tareas del hogar y aficiones y que se hagan un plan de ejercicios acorde con su situación. Es necesario beber abundante líquido y seguir una nutrición saludable y variada, incluyendo concretamente durante estos días alimentos ricos en proteínas como pueden ser carne, pescado, huevos y lácteos (excepto en enfermos renales graves o patologías especiales) que ayuden junto con el ejercicio a la formación de músculo.
La familia fundamentalmente, pero también los amigos y vecinos juegan aquí un papel fundamental, siendo el mayor colchón protector a nivel social que pueden tener. No debería haber ningún anciano aislado en su domicilio que no reciba todo el apoyo material, social, afectivo y espiritual, mediante el medio que sea posible, ya sean llamadas telefónicas diarias o visitas controladas e individualizadas cuando sea necesario, aprovechando para recordarles la importancia de la vida activa y sobre todo humanizando su situación no limitándonos solo a las medidas técnicas y estrictamente sanitarias que se dan por supuestas.

China es culpable de gestionar mal la crisis

Fueron ellos, los criminales que gobiernan la China comunista, los que ya no es que ignoraran sino que acosaron y silenciaron a quienes dieron tan temprano (primeros de diciembre) la voz de alarma; a médicos como Li Wenliang, que se dejó literalmente la vida (7 FEB) en su hospital de Wuhan, o a los científicos que estaban investigando en la referida megaurbe sobre lo que parecía una desconocida neumonía de tipo vírico –que según algunos podría haberse manifestado tan pronto como en el mes de octubre– pero se les ordenó que no difundieran el menor dato y destruyeran todas las muestras que hubieran reunido.
Muy poco avanzado enero, investigadores de Shanghái habían conseguido mapear el genoma del virus y advertido a las autoridades de que se tenían que adoptar medidas de prevención y control en espacios públicos. Pero el régimen del endiosado Xi Jinping no sólo no les hizo caso sino que… clausuró el laboratorio de marras y siguió adelante con su labor de ocultación, para posteriormente ponerse a minimizar el asunto y, por tanto, a desprevenir a la población: "El riesgo de contagio entre humanos es bajo", aseguró en pleno día 15 el Fernando Simón de por allí.
Ocho días más tarde, y después de que en Wuhan se celebrara un megabanquete con ocasión del Año Nuevo chino al que acudieron 40.000 familias (cada una con sus propios alimentos, incluidos los adquiridos en abominables mercados de animales vivos), el ‘aquí no pasa nada’ devino en el confinamiento de 40 millones de personas en la propia Wuhan (11 millones de habitantes) y alrededores. Antes del cerrojazo, cinco millones de potenciales contagiados pudieron abandonar la capital de Hubei (58 mill. hab.) sin ser sometidos a la menor prueba. Contamíname.
Lee el artículo completo de Mario Noya